Nos encontramos una pistola mientras vagabamos por ahí. Cargada. Jugando, disparamos a un árbol, a un basurero, a un pájaro esquivo, al cielo.
Click, click, click, click, click, click.
Sin balas nos volamos la cabeza, jugando a suicidarnos. Luego la lluvia de botones, el grito de los cierres, la carne apretándose, endureciendose, ensalivandose, imparables, lo hicimos sobre un trozo de cartón, sin soltar el arma.
Me encanta
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