100 gr de Naranjitas

(Mientras escribo esto, suena Javier Barria en mi pc, el ruido del bingo a beneficio que hacen en la casa de atrás, lo que me recuerda lo agradable de vivir en una pobla. Hay una luna hermosa)

Un viernes sin caminar es un viernes perdido, así que bajo la excusa de que tenía que comprar cierto obsequio para cierto grupo personitas, me adentré en las venas de santiagocentro. A la primera cuadra de caminar me encontré con mis abuelos maternos que esperaban a mi primo que estudia en colegio cercano a la facultad. Mi abuela es genial, es imparable, me encanta que me converse y me converse y me converse sobre sus enfermedades, sobre el gobierno estúpido, sobre los libros que acostumbro prestarle, sobre sus manos que siempre le duelen. Mi abuelo, apoya pero no participa mucho.

(Solito el 7)

Al azar, conejeando y tratando de evitar esos lugares sagrados, camine por Tucapel Jimenez como en cámara lenta, absorviendo todos los pedacitos de universo que podía. Después llegue a San Martin con Huerfanos (siempre me pregunto porque esa calle se llama así) y me encontré con la compañera Myr-iam. Después de una larga conversación quedamos con la misma sensación de extrañeza ante tal conclusión.

(Todavía no cacho a beneficio de quien es el bingo)

La compañera Myr tiene un corte de pelo bkn, uno la mira y es como si viniera de una película en blanco y negro. En el fondo tiene esa cosa de cabrachica a la que le gustan las historias de amor, aunque siempe me trata de cabrochico a mi. En definitiva, esta loca, dispersa y acostumbra a acomodar las cosas en posiciones inestables: revolucionaria en todo aspecto.
A esas alturas de mi caminata comence a desvariar un poco, pasarme rollos, despegarme del suelo, pero finalmente goce, disfrute, y continue mi senda. Compre monedas de chocolate y 100 gr de naranjitas, como el título de esta entrada. Estaban exquisitas, como pudo comprobar Kurt-Otto, quien fue mi tercer encuentro en una caminata marcada por una fuerza centripeta que apuntaba a algo mal llamado destino.

(Reggaeton).

En realidad, y eso me mantuvo pensando todo el resto de la caminata, todo lo que había hecho ese día estaba totalmente conectado de principio a fin (si es que hay fin), una red desordenada, caótica, indescifrable, no como si los sucesos supiesen de antemano el hecho al que tienen que preceder sino que las cosas sucedieron de una manera única, perfecta, bajo las leyes termodinámicas que me hacen rayar (si con "Y") la papa. Di la cantidad de pasos indicados, respire con tal profundidad, recibí el sol de tal y tal manera, y así mismo el resto de las personas con las que me encontre y fueron parte de esta espiral entrópica maravillosa. Claro surgen las dudas típicas, que chucha es la vida?, estamos determinados?, Dios es un weon tan, pero tan aburrido?, Soy truman, de the truman show? Por qué así y no de otra manera (en esta apaña caleta la termodinámica, ay adorable entropía)?

Esa última me mantuvo todo el día ocupado, hasta que alguien me dijo que los ojos, es decir, los globulos oculares, no crecían. Despues intente dibujar, pero me miraban mucho, me distraían mucho. Luego llegó la noche, la azotea en el piso 25 y el re-enamoramiento de mi santiagoquerido.

Cuando me fui me di cuenta de que soy un fácil, simple y tonto